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Ciro: a mí no puedes mirarme a los ojos...


Por Federico Arreola (SDP)
Tomado de CONTACTOX
Lo pensé mucho antes de redactar esta columna. Dirán, otra vez, que estoy resentido. Que sigo sin superar mi salida de Milenio. Que me duele haber abandonado ese diario que hace 10 años fundé.
La verdad de las cosas es que no me importa lo que diga la gente acerca de lo que hago. Por esa razón, he decidido responder a lo escrito este martes 5 de enero de 2010 por Ciro Gómez Leyva, que ha hecho un balance, a su manera, de los primeros diez años de Milenio Diario.
Dice Ciro, en el arranque de su texto, que “cumplir diez años puede ser un honor o un lastre. Todo depende”. Eso es verdad.
Lo que no es cierto es lo que sugiere acerca de que Milenio ha actuado siempre con decencia periodística: “Milenio contó esas historias y muchas más. Registró, narró, interpretó, analizó, opinó. Pero no se movió de ahí”. Falso.
A sus lectores y a quienes estuvimos en ese diario en sus primeros seis años de vida nos consta que, de 2006 a la fecha, Milenio se ha entregado lamentablemente al poder.
En ese periódico, está a la vista, sobran elogios a Calderón (recuerdo al propio Ciro glorificando hasta el extremo del erotismo una gira europea del presidente espurio), y sobran también ataques ruines, bajos, miserables a la oposición, sobre todo al movimiento de resistencia encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Lo entiendo, de algo tienen que vivir.
Es mentira, pues, que Milenio sea hoy un “diario para los lectores”. Abunda la evidencia para probar que es un diario para el poder, que desde hace rato se aleja del PAN para refugiarse en las posibilidades presidenciales de Enrique Peña Nieto.
Al final de su columna, Ciro Gómez Leyva, engañándose a sí mismo, afirma: “Qué orgullo seguir formando parte de un proyecto 100 por ciento periodístico que una década después nos permite mirar de frente a los ojos de quien sea”.
Ciro se equivoca rotundamente. A mí, que en 1997 lo contraté porque él era un periodista independiente y crítico, el nuevo Gómez Leyva, el amigo del gobierno que se robó las elecciones de 2006, no puede de ninguna manera mirarme a los ojos. Y lo sabe.

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