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"Sin el 68, Sarkozy nunca hubiera sido presidente": Raphael Glucksman

Como regalo de Reyes a los lectores de este y otros blogs de su servidora, les entrego esta "Charla de café" todavía inédita... como quien dice: estreno mundial, ¡y en su versión íntegra! Espero la disfruten.

Por: EVE GIL

Fotos: Eve Gil

Pocos podrían imaginarlo, pero la existencia de Raphaël Glucksmann, vástago del filósofo André del mismo apellido, ha sido una especie de peligroso parque de diversiones: “En mi casa había libros por doquier, hasta en los baños. Una noche desperté y me fui a orinar sobre Hegel. Tenía cinco años en ese momento. Me sorprendió mi papá y me dijo que aquel había sido un gesto filosófico –ríe el joven Glucksman, nacido en Boulogne-Billancourt, Francia, en 1978… diez años después del acontecimiento que marcaría a su padre. Actualmente, a decir del joven Glucksman, su mayor diferencia con su padre consiste en que, mientras André lee Le Monde, él lee L´Equipe, un diario de deportes: “Le dejo a él la cultura. Me encantan el fútbol y el tenis.”
Raphaël ha escrito un provocativo libro en co-autoría con su padre, titulado simplemente Mayo del 68, subtitulado: Por la subversión permanente (Taurus, 2008, traducción de María José Hernández y Alicia Martorell). Se trata de un diálogo inter-generacional sobre el 68 francés que además de conmemorar la edad madura de este movimiento de jóvenes, es un cuestionamiento del hijo hacia el padre por votar por Sarkozy, candidato de la derecha que se manifestó contra el espíritu de este movimiento al que, irónicamente, le debe haber llegado a la presidencia, como señala el propio Raphaël en la introducción: “Es el turno de Sarkozy. Y lo disfruta al tope. Él, que entonces tenía apenas 14 años y que no llegó a conocer la alegría de los adoquines por los aires, de la fiesta de la palabra libre, delas huelgas de los trabajadores, de las universidades y fabricas abiertas, esboza el cuadro grotesco de una parte feliz de la juventud…”Ante la reputación del presidente hot que ha alimentado la fogata de los chismes, de la mano de su Carla Bruni, la primera dama menos convencional que cabe esperar, Raphaël dice sonriendo: “Nunca hubiera llegado a la presidencia antes del 68: es hijo de inmigrante, casado-divorciado-casado-divorciado que no tiene ningún respeto por los valores tradicionales. Por un lado somos una sociedad muy abierta y muy moderna, en la cual, por ejemplo, la mitad de los niños nacen fuera del matrimonio. Por el otro nos criamos con los mitos de la nación, del poder vertical y una esclerosis muy fuerte. El gobierno de Sarkoszy tiene ambas tendencias. De un lado abrió el estado a gente que nunca hubieran entrado al aparato del Estado (los jóvenes, los inmigrantes), del otro lleva una política sobre migración profundamente reaccionaria.”
“Nunca hubiera escrito sobre el 68 sin los eventos actuales- afirma el también cineasta, director de un documental sobre el genocidio de los tutsis en Ruanda-: el primero es el último discurso electoral de Sarkozy, donde llama a liquidar el 68. Ese discurso que es propio de todas las derechas conservadoras, acusa al 68 de todos los problemas actuales. Había que contestar ese discurso. Pero más importante es que nunca hubiera escrito sobre el 68 si no hubiera estado en la revolución naranja en Ucrania.”
“Cuando llegue a Kiev, capital de Ucrania, en los primeros días de la revolución, en 2004 –explica el inquieto joven de expresivas manos- la ciudad estaba atravesada por barricadas estudiantiles y en ninguna de esas barricadas vi un altercado entre un coronel del ejército con todos sus condecoraciones y un joven estudiante: "tú, joven pendejo, todavía estabas gateando cuando yo estaba haciendo la guerra en Afganistán", decía el militar, y el estudiante le contestó: "Pero ambos ya no somos del mismo mundo", y como sabía que yo era francés se volvió hacia mí diciéndome: "¿Ves?, estamos haciendo el mayo del 68 en pleno invierno" Que en el 2004 un joven ucraniano que está en una revolución liberal se refiera a mayo del 68, quería decir que había mucho más que el museo y un recuerdo ya pasado”.
Raphaël termina entendiendo por qué su padre votó por Sarkozy y no por Segolene Royale, ex candidata de la izquierda a quien el joven Raphaël admira… pero más como una super star que como a una política: “Yo no digo que estoy contento del regreso de la derecha conservadora, lo que intento entender es por qué la izquierda no tiene un discurso cuando nos encontramos en medio de una crisis que, por lógica, debiera favorecer su discurso. Pues hoy tenemos esta paradoja loca que Sarkozy y hasta Berlusconi aprovechan la crisis y traen un discurso. El de Berlusconi me parece erróneo y peligroso porque dice que frente a la inseguridad de la crisis financiera tenemos que regresar a un capitalismo moral, familiar, nacional, pero frente a esta solución estoy esperando otra cosmopolita trasnacional y eso en Europa la izquierda ya no lo propone. Durante la campaña electoral sobre el referendo en contra de la Constitución Europea, vimos líderes del Partido Socialista incitar a la gente en contra de los plomeros polacos que "venían a robar el trabajo de los franceses". No me parecen los herederos de la gente que bajó a las calles en el 68 gritando ¡Todos somos judíos alemanes!”
André Glucksman ha denunciado a la izquierda en la que alguna vez militó por callar ante la intervención de Francia en Ruanda, a instancias de Francois Mitterrand… y en eso Raphaël, quien dirigió el impactante documental Tuez-les tous!, no puede estar más de acuerdo: “Efectivamente iniciaron una emancipación formidable y no estaría yo viviendo en una sociedad tan libre sin ello. Sin embargo tengo preguntas qué plantear a los actores del 68: ustedes hicieron la revuelta que estaba sustentada en valores humanistas y cosmopolitas, entonces cómo pueden explicar su reunión detrás de la candidatura de Francois Mitterrand, por ejemplo; por qué cuando Francia apoya las políticas genocidas de Ruanda no hubo ningún sesentayochista que gritara "Todos somos Tutsies de Ruanda" como en el 68 gritaron "Todos somos judíos alemanes.”
A través de los textos de André Glucksman, que se intercalan con los de su hijo en Mayo del 68 se advierte una profunda decepción por la izquierda francesa… ¿y por la izquierda en general?, pregunto a su heredero: “A saber, en 1997 había once gobiernos socialistas en Europa y cuando hicieron una cumbre europea, el jefe del partido socialista italiano asegura que pasaron el 98% del tiempo hablando del duty free. Es la izquierda paralizada que triunfa sobre la izquierda en movimiento. Hay ejemplos que pueden obviar este juicio, como el de España por ejemplo, donde la izquierda logró encarnar la transformación formidable de la sociedad española, pero en Europa parece un caso aislado.”
Según nos lo hace ver este libro, entre el 68 francés y el 68 mexicano hay un abismo tan grande como lo hay entre Los soñadores de Bertolucci y Rojo amanecer de Ripstein, películas emblemáticas de uno y otro movimiento: “Hay que tomar el libro como un tratamiento del 68 global. Se toma el ejemplo del 68 francés pero sus características se encuentran en todos los movimientos del 68. En cierto sentido, el de México fue el 68 de escuela. En París, los estudiantes repelaban en contra de dos mitos: el mito conservador del estado gaullista y el mito de la revolución como museo del Partido Comunista Francés y ustedes en México tenían el mismo mito encontrado en un mismo partido: el PRI. Como su nombre lo indica, son las dos cosas a la vez: la revolución como museo y el conservadurismo institucional; el autoritarismo y el estatismo. Por ello fue la rebelión de los estudiantes en México la más clara de todas y la diferencia que todavía hoy existe está ligada a la represión. Cuando digo que las conmemoraciones en Francia son ridículas, en México tienen una actualidad muy fuerte porque no se hizo justicia, porque los culpables no fueron enjuiciados y las víctimas no obtuvieron reparación del daño. Rehacer el 68 sería estúpido, pero exigir hoy justicia para las víctimas de la Plaza de las Tres Culturas es muy necesario. Hay una frase de Octavio Paz que a mi parecer da sentido al 68, no solo en México sino en el mundo entero: "68 es la rebelión del presente en contra de los fantasmas del porvenir y los recuerdos del pasado".
Por el momento Raphaël Glucksman hace un alto en su carrera como cineasta y está por publicar un libro de entrevistas con el presidente de la pequeña nación de Georgia. Trabaja además sobre una novela donde aborda la historia de un joven occidental que tiene el odio de occidente y decide salir no para viajar sino para volverse no occidental. Este joven sale con ideas románticas y tendrá que poner a prueba su romanticismo, ¿cómo tú?, le pregunto, a lo que responde con una sonrisa traviesa:
“No, porque yo me quedé en el romanticismo.

1 comentario:

Ánuar Zúñiga Naime dijo...

Pero claro que es un gesto filosófico, me gustó el blog, mucho, vendré seguido, gracias por el enlace, ya tienes uno de regreso.
Un abrazo