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De cuando Elena Garro y Octavio Paz estuvieron en la cárcel

Hace 70 años, el nueve de abril de 1939, los escritores protagonizaron un escándalo en un restaurante del centro de la Ciudad de México al defender a la República española frente a simpatizantes de Francisco Franco.

Cortesía: Patricia Rosas Lopategui
2009-04-12 Milenio semanal
Foto: Periódico La Prensa

Elena Garro, la “partícula revoltosa”, la mujer de armas tomar, polémica, valiente, la gran escritora mexicana, vuelve a sorprendernos, así como nos impactó con su novela autobiográfica, Testimonios sobre Mariana (Porrúa, 2006), novela transgresora en la que los protagonistas son Octavio Paz y la misma escritora cuando vivían en el París de la posguerra.

Elena Garro es autora de las Memorias de España 1937, libro que el crítico Emmanuel Carballo ha equiparado con Ulises criollo, célebres memorias de uno de los educadores, políticos e ideólogos revolucionario más relevantes de México en el siglo XX: José Vasconcelos. En sus Memorias de España 1937, Garro dejó su testimonio sobre la Guerra Civil española con una mirada desacralizadora y su peculiar sentido del humor, transportándonos a aquellos años de lucha cuando los republicanos pelearon por una España libre y justa.

Garro nació en Puebla el 11 de diciembre de 1916. Hija de padre español, José Antonio Garro Melendreras, originario de Asturias, y de madre mexicana, Esperanza Navarro Benítez, nacida en Chihuahua y cuyo padre era de ascendencia vasca, explica su herencia al inicio de sus Memorias de España: “En aquellos días yo era menor de edad, en España había una guerra civil y en México se daban de bofetadas en la calle los partidarios de uno y otro bando. Los mexicanos acudían a la embajada española para enrolarse en el ejército español. ’Sí, sí, pero ¿en cuál bando?’, preguntaban los funcionarios. ’En cualquiera, lo que quiero es ir a matar gachupines’, contestaban. Al menos eso se decía... En Madrid se lo conté a Rafael Alberti y se echó a reír: ’Esta chica, con esa vocecita, sólo dice barbaridades’. Yo sabía más que Rafael Alberti, porque venía de la H. Colonia Española”.

Recién casada con Octavio Paz —la pareja había contraído nupcias el 25 de mayo de 1937—, viajó a la península Ibérica en el verano de 1937. Su marido había sido invitado por la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) al II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura. Garro y Paz regresaron a México hacia finales de 1938, los dos llenos de ideales libertarios, como lo demuestra este acontecimiento que suscitaron en abril de 1939 en un restaurante del centro de la capital mexicana. Elena ya estaba embarazada de la única hija de ambos: Helena Paz Garro, nacida el 12 de diciembre de ese año.

He aquí la nota íntegra de aquel suceso, publicada en el periódico La Prensa, cuando Octavio Paz, Elena Garro, su hermana Deva y su esposo, Jesús Guerrero Galván, fueron a parar a la cárcel al defender a la República lanzando cantos y consignas cuando alguien gritó “¡Viva Franco!” Curiosamente los nombres de las hermanas Garro, Elena y Deva, aparecen equivocados: Elisa Ibarra por Elena Garro y Eva Ibarra por Deva Garro. Queda para la historia si se habría equivocado el reportero o si ellas dieron nombres falsos ante el escándalo de ir a parar a la delegación.

Escándalo sonado en un restaurante céntrico al grito de ¡Viva Franco! el relajo fue a parar a la delegación

Los lesionados, previa amonestación, se retiraron a sus domicilios y el resto pasó a jurisdicción del Juez Calificador

Dos hembras encarceladas por el mismo “mitote”

“Al grito de ’¡Viva Franco!’ se suscitó ayer, después de mediodía, un escándalo en el restaurante ’Pepín’, sito en las calles de Bolívar, resultando buen número de hombres y mujeres golpeados.

“Persona que se dice bien enterada nos informó que de continuo se han registrado mitotes en ese establecimiento, y otro que se encuentra en la planta baja, pues la clientela, en su mayor parte españoles, está muy dividida porque unos profesan simpatías al general Franco y otros le detestan. Ya son varios los casos en que vuelan por los aires los vasos, las botellas y aun las sillas, sin que intervenga la policía, porque inmediatamente se procura que todo pase ignorado.

“Pero esta vez la escandalera subió de punto, viéndose mezclados aun algunos mexicanos. Un grupo de individuos, acompañados de mujeres, ocupaban uno de los pullman, riendo y cantando a mandíbula batiente, a la vez que se repetían las libaciones. Y en aquel ambiente caldeado por el vino y las pasiones, de pronto se escuchó una voz estentórea que lanzó un: ¡Viva Franco! De otro departamento del mismo ’Pepín’ contestaron una injuria, y ese fue el preámbulo para que aparecieran las caras siniestras, las manos en alto y se vomitara una andanada de injurias y blasfemias, repartiéndose cuchufletas y aun estacazos.

“Esta vez no fue posible que la policía ignorara el lío interviniendo varios gendarmes que sacaron a hombres y mujeres sangrando, y a otros con las ropas destrozadas. La comitiva que se organizó hacia la 4ª. Delegación, era por demás pintoresca y le seguía la curiosidad de las personas que a esas horas transitaban por el centro de la metrópoli.

“Ante el personal de la 4ª. Delegación todos lo que pretendían es que no se diera mayor importancia a la batalla de que damos cuenta, repitiéndose como cantinela la declaración de los detenidos: ellos ignoraban qué había pasado, y los golpeados no sabían quién o quiénes les habían golpeado. Ante esa actitud, el Delegado dispuso que los lesionados, previa severa amonestación, se retiraran a sus respectivos domicilios, dejando únicamente encerrados a Octavio Paz Lozano, Elisa Ibarra de Paz, Emilio López Martínez, Eva Ibarra de Guerrero, Jesús Guerrero Galván y Ramón Verduzco.

“Y de que la gente de que se trata es brava no queda la menor duda, porque en cuanto las hembras se dieron cuenta de que el fotógrafo les disparaba la cámara, una de las inodadas (sic) se armó de un limpiauñas y por poco lesiona al redactor gráfico. A última hora fuimos informados de que los detenidos pasaron a jurisdicción del Juez Calificador, para que, previa multa, recuperaran su libertad”.

* La Prensa, Lunes 10 de Abril de 1939

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