Por Óscar Romo Salazar
CONTRACORRIENTE EN CONTACTOX
Igual que me pasó el sábado anterior, hoy tenía pensado escribir sobre otra cosa –cualquier otra cosa- que no fuera la terrible tragedia de la Y Griega. Imposible: La lectura de los periódicos en sus ediciones dominicales me hizo cambiar la decisión.
En términos generales todos los medios escritos dedicaron buena parte de sus espacios a comentar el doloroso suceso en que perdieran la vida 38 niños de diversas edades. Está bien, no hay nada de malo en ello. Se entiende que estando tan fresca la huella de la tragedia es imposible olvidarse de la magnitud de sus efectos, sobre los directamente afectados y sobre la comunidad en general que aún se encuentra en estado de “shock”.
Pero a uno de los medios se le pasó la mano –el periódico El Imparcial para decirlo claramente- y está usando y abusando del tema, en una muestra inequívoca del más puro periodismo sensacionalista que explota el morbo y tiende a exacerbar las pasiones y sentimientos comunitarios en busca de los frutos más amargos y odiosos de la tragedia. Y eso no se vale.
En su edición de ayer El Imparcial dedica entre el 70 y el 80% de su sección principal a martillar sobre los pormenores del suceso, yendo y viniendo una y otra vez sobre los aspectos importantes y también sobre los más nimios, en lo que seguramente sus editores consideran “información necesaria y pertinente”, aunque al proporcionarla remuevan las llamas de dolor que consumen los corazones de los padres y familiares de las inocentes víctimas.
Informar con objetividad es un deber legítimo, informar con tendencia amarillista otra muy distinta. Del tono de las notas se desprende un fuerte olor a cacería humana. Se empieza a percibir la intención de promover la aplicación de la Ley de Lynch, para ser aplicada a mansalva en un juicio sumario que no se desarrollará en los tribunales legalmente instituidos, sino en la sala de jurados de los medios de comunicación donde hay de todo, menos justicia real.
Cuando un asunto de esta magnitud y delicadeza se juzga y sentencia en las páginas de los periódicos y en los espacios de los medios electrónicos podemos esperar todo, menos imparcialidad, mesura y honestidad. En los medios de comunicación que tenemos actualmente en Sonora muy pocos, si es que alguno, puede presumir de calidad ética y moral para adjudicarse el papel de juez, y mucho menos para ser el encargado de convocar al jurado popular que deberá dictar la sentencia. Así que mucho cuidado. Mucho ojo.
Justo es, sin embargo, exigir que se realicen las investigaciones correspondientes, y que sean llevadas hasta las últimas consecuencias asignando la responsabilidad sobre quien tenga que cargar con ella. Pero no es justo ni posible fabricar culpables artificialmente, pretextando el cumplimiento de un deber periodístico exacerbado y contaminado por intereses ilegítimos e inconfesables.
La sociedad debe plantear preguntas y obtener respuestas. Está en su pleno derecho, y existen las formas y las instancias exactas y precisas para dirimir este tipo de asuntos tan espinosos, tan dolorosos y cargados de dramatismo. Lo peor que nos puede suceder, después de lo ocurrido, es caer en los abismos oscuros de aquellos juicios inquisitorios que desembocaban invariablemente en la hoguera en que se quemaban vivos a los infortunados acusados. No puede haber justicia, humana o divina, si se castiga al supuesto culpable o culpables con base en evidencias tenues o irregularidades supuestas.
Ningún consuelo puede dejar en el corazón de los que sufren la aplicación de una vendetta sangrienta surgida de una ira popular exacerbada por y desde ciertos medios de comunicación con tejado de cristal, totalmente inhabilitados para arrojar la primera piedra.
No tengo nada que ver con los funcionarios del IMSS responsables de autorizar o vigilar las guarderías o estancias infantiles. Tampoco tengo relación cercana o lejana con alguno de los socios de la Guardería ABC. Nada tengo a favor o en contra de ellos, por lo que puedo decir que me parece impropio hablar de responsabilidades, y aún de culpabilidades, cuando apenas los expertos y peritos se encuentran en las etapas iniciales de sus investigaciones.
Dejemos que ellos hagan su trabajo. Aportemos todo lo que podamos para que lo hagan de la mejor manera, y una excelente aportación es no interfiriendo, no obstaculizando ni agregando elementos pasionales al asunto. Una vez que los especialistas rindan su informe final el resultado podrá o no ser de nuestro agrado y entonces, si así lo decide la sociedad –que no los medios- será momento para exigir lo que se considere exigible.
No tengo la menor duda de que de todo este lamentable asunto, desde las raíces de esta terrible tragedia, surgirán iniciativas saludables, cambios positivos en las leyes y reglamentos en multitud de renglones que tiene que ver con el cuidado y protección de los niños, sea en las estancias maternales o infantiles, o en las mismas escuelas primarias de nuestro Estado y del País.
Me parece inevitable y conducente después de lo sucedido, aunque no sirva de ningún consuelo para los que sufren y lloran. Debemos recordar que hay, y seguirá habiendo, decenas y centenares de miles de familias que a lo largo y ancho del País necesitan este tipo de servicio al que no debemos satanizar por lo ocurrido, por espantoso que haya sido. Que mejore, que ofrezca mejores condiciones y servicios superiores, pero que de ninguna manera desaparezca o se limite.
El IMSS, el ISSSTE, el ISSSTESON, la SEP, la SEC y los DIF municipales y estatal y todas las instituciones públicas y privadas que sostienen instalaciones de este tipo deben redoblar esfuerzos y corregir defectos, porque de que los hay los hay. Es el momento oportuno, y no imagino que se pueda encontrar ningún tipo de obstáculo en la promulgación de leyes y reglamentos que deberán ser más avanzados y más perfectos, ni en la asignación de los recursos necesarios para que nuestros niños cuenten con servicios más modernos, más adecuados y más seguros.
Supongo que los candidatos en campaña, una vez transcurrido el período de duelo decretado, retomarán el tema y lo convertirán en parte de sus propuestas en ruta hacia la conclusión del proceso electoral 2009.
Hermosillo, Sonora, a 07/06/09
Correo electrónico oscarromo@prodigy.net.mx
CONTRACORRIENTE EN CONTACTOX
Igual que me pasó el sábado anterior, hoy tenía pensado escribir sobre otra cosa –cualquier otra cosa- que no fuera la terrible tragedia de la Y Griega. Imposible: La lectura de los periódicos en sus ediciones dominicales me hizo cambiar la decisión.
En términos generales todos los medios escritos dedicaron buena parte de sus espacios a comentar el doloroso suceso en que perdieran la vida 38 niños de diversas edades. Está bien, no hay nada de malo en ello. Se entiende que estando tan fresca la huella de la tragedia es imposible olvidarse de la magnitud de sus efectos, sobre los directamente afectados y sobre la comunidad en general que aún se encuentra en estado de “shock”.
Pero a uno de los medios se le pasó la mano –el periódico El Imparcial para decirlo claramente- y está usando y abusando del tema, en una muestra inequívoca del más puro periodismo sensacionalista que explota el morbo y tiende a exacerbar las pasiones y sentimientos comunitarios en busca de los frutos más amargos y odiosos de la tragedia. Y eso no se vale.
En su edición de ayer El Imparcial dedica entre el 70 y el 80% de su sección principal a martillar sobre los pormenores del suceso, yendo y viniendo una y otra vez sobre los aspectos importantes y también sobre los más nimios, en lo que seguramente sus editores consideran “información necesaria y pertinente”, aunque al proporcionarla remuevan las llamas de dolor que consumen los corazones de los padres y familiares de las inocentes víctimas.
Informar con objetividad es un deber legítimo, informar con tendencia amarillista otra muy distinta. Del tono de las notas se desprende un fuerte olor a cacería humana. Se empieza a percibir la intención de promover la aplicación de la Ley de Lynch, para ser aplicada a mansalva en un juicio sumario que no se desarrollará en los tribunales legalmente instituidos, sino en la sala de jurados de los medios de comunicación donde hay de todo, menos justicia real.
Cuando un asunto de esta magnitud y delicadeza se juzga y sentencia en las páginas de los periódicos y en los espacios de los medios electrónicos podemos esperar todo, menos imparcialidad, mesura y honestidad. En los medios de comunicación que tenemos actualmente en Sonora muy pocos, si es que alguno, puede presumir de calidad ética y moral para adjudicarse el papel de juez, y mucho menos para ser el encargado de convocar al jurado popular que deberá dictar la sentencia. Así que mucho cuidado. Mucho ojo.
Justo es, sin embargo, exigir que se realicen las investigaciones correspondientes, y que sean llevadas hasta las últimas consecuencias asignando la responsabilidad sobre quien tenga que cargar con ella. Pero no es justo ni posible fabricar culpables artificialmente, pretextando el cumplimiento de un deber periodístico exacerbado y contaminado por intereses ilegítimos e inconfesables.
La sociedad debe plantear preguntas y obtener respuestas. Está en su pleno derecho, y existen las formas y las instancias exactas y precisas para dirimir este tipo de asuntos tan espinosos, tan dolorosos y cargados de dramatismo. Lo peor que nos puede suceder, después de lo ocurrido, es caer en los abismos oscuros de aquellos juicios inquisitorios que desembocaban invariablemente en la hoguera en que se quemaban vivos a los infortunados acusados. No puede haber justicia, humana o divina, si se castiga al supuesto culpable o culpables con base en evidencias tenues o irregularidades supuestas.
Ningún consuelo puede dejar en el corazón de los que sufren la aplicación de una vendetta sangrienta surgida de una ira popular exacerbada por y desde ciertos medios de comunicación con tejado de cristal, totalmente inhabilitados para arrojar la primera piedra.
No tengo nada que ver con los funcionarios del IMSS responsables de autorizar o vigilar las guarderías o estancias infantiles. Tampoco tengo relación cercana o lejana con alguno de los socios de la Guardería ABC. Nada tengo a favor o en contra de ellos, por lo que puedo decir que me parece impropio hablar de responsabilidades, y aún de culpabilidades, cuando apenas los expertos y peritos se encuentran en las etapas iniciales de sus investigaciones.
Dejemos que ellos hagan su trabajo. Aportemos todo lo que podamos para que lo hagan de la mejor manera, y una excelente aportación es no interfiriendo, no obstaculizando ni agregando elementos pasionales al asunto. Una vez que los especialistas rindan su informe final el resultado podrá o no ser de nuestro agrado y entonces, si así lo decide la sociedad –que no los medios- será momento para exigir lo que se considere exigible.
No tengo la menor duda de que de todo este lamentable asunto, desde las raíces de esta terrible tragedia, surgirán iniciativas saludables, cambios positivos en las leyes y reglamentos en multitud de renglones que tiene que ver con el cuidado y protección de los niños, sea en las estancias maternales o infantiles, o en las mismas escuelas primarias de nuestro Estado y del País.
Me parece inevitable y conducente después de lo sucedido, aunque no sirva de ningún consuelo para los que sufren y lloran. Debemos recordar que hay, y seguirá habiendo, decenas y centenares de miles de familias que a lo largo y ancho del País necesitan este tipo de servicio al que no debemos satanizar por lo ocurrido, por espantoso que haya sido. Que mejore, que ofrezca mejores condiciones y servicios superiores, pero que de ninguna manera desaparezca o se limite.
El IMSS, el ISSSTE, el ISSSTESON, la SEP, la SEC y los DIF municipales y estatal y todas las instituciones públicas y privadas que sostienen instalaciones de este tipo deben redoblar esfuerzos y corregir defectos, porque de que los hay los hay. Es el momento oportuno, y no imagino que se pueda encontrar ningún tipo de obstáculo en la promulgación de leyes y reglamentos que deberán ser más avanzados y más perfectos, ni en la asignación de los recursos necesarios para que nuestros niños cuenten con servicios más modernos, más adecuados y más seguros.
Supongo que los candidatos en campaña, una vez transcurrido el período de duelo decretado, retomarán el tema y lo convertirán en parte de sus propuestas en ruta hacia la conclusión del proceso electoral 2009.
Hermosillo, Sonora, a 07/06/09
Correo electrónico oscarromo@prodigy.net.mx
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